No le temo a nada.
Ni a la brisa que me despoja
de las gratas sonrisas repetidas
rostros familiares/compañeros de ruta
siempre de espalda al sol...
tres cuartos de incomprension
una eternidad de reencuentros.
No a las edificaciones del siglo 1o
que siempre murmuran cánticos en latín
se jactan del flash,
de la falta de adjetivos en su presencia...
-aqui fue que nos equivocamos- digo
en respuesta la humedad embriaga los sentidos.
No a lo que pudo ser y no fué
asi al negarlo se prohiba
asi al mirar atrás reviva
la sed en todas las bocas mudas.
No a las palomas jaspeadas
angeles y demonios burlones en el espejo
predicciones del fin del mundo todos los dias
escacez de cupo privilegiado entre los dignos
aun asi, nadie que hable de compasión...
Y yo no tengo miedo.
Ni a lo imprecindible.
el verbo que al no devolverse al mundo
se posa entre los cuerpos cual vacio
echemosle la culpa al egoismo
ahora que entre distancia y distancia
nos averguenza atrevernos a creer.
Mascara de contagiosa mueca
improvisacion de escaleras de doble sentido
no le temo a lo que se transmita entre las curvas y las silabas
ni a lo que muere conmigo
ni al porqué de las ausencias.
Ya no le temo a nada.
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