Cuando ansíes partir conmigo finalmente
no me busques en el congojo de los homenajes.
Seguiré,
recorriendo extensos callejones
ciudades reflejo del yo que erróneamente fui regalando
en las ventanillas.
Muchos se acercaran y querrán abrazarme.
Ira también conmigo una mitad perpetua
en oscura reclusión.
Me habré entregado humildemente a la vehemencia de los afectuosos
aprendiendo sus sumas y sus formulas
para espantar la angustia de la soledad
multiplicada en mis células.
los que logren descifrarle, serán mis amigos.
Las palmas de mis manos jamas fueron trayecto
a veces, si, morada de auto compasión.
Llevare en mi vasija de barro el gemido refulgente
del dios del fuego cortejando por ultima vez
el busto virgen de la tierra.
los que puedan escucharlo, beberán de el.
Cuando anheles nuestro prometido éxodo,
recuerda
llevo toda la vida escribiendo un poema...
y aun no entiendo.
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